Chisme
¡Ay, compadres! Les voy a contar una historia de esas que dejan uno así de… «¿y ahora qué?» Resulta que en una casita por ahí en la calle Hernández Hernández, en la colonia Centro de Tuxpan, unos dueños bien avispados agarraron a dos compitas que se estaban metiendo a robar.

La cosa es que, como buenos héroes de película, los dueños los agarraron con las manos en la masa, pero en vez de llevarlos a la cárcel o algo así, los entregaron a la policía, ¿verdad? Pero ¡aguas!, que eso se puso más enredado que un nudo de corbata con los de la ley.
Resulta que la policía y la Marina agarraron a los pillos, pero nomás los metieron al bote por cosas administrativas. O sea, los agarran robando, ¡y nomás los multan como si fueran estacionamiento mal pagado! ¿Qué onda con eso, compadres?
La cosa es que la gente está bien intrigada, ¿eh? Quieren saber por qué los polis no los llevaron con las autoridades importantes, esos que usan togas y hablan bien serio. ¿Será que los pillos son amigos de alguien importante o qué?
Hasta ahorita, ni las autoridades ni los dueños de la casa han dicho mucho, así que la gente está más perdida que pulga en peluca. ¿Será que esto va a ser un nuevo capítulo de «Las Aventuras de Tuxpan»? Ni Cantinflas se explicaría este embrollo, ¡pero ahí estamos, esperando respuestas!
La moraleja de la historia, compadres, es que a veces la justicia es más enredada que una madeja de lana con gatos juguetones. ¡Ay, qué cosas! ¡Nos vemos en el próximo enredo informativo, compadres!

