¡Ajá, mi buen!, les voy a contar una historia que está más revuelta que una tortilla de camarones en plena marejada. Resulta que en el lugar de las jarochas y el danzón, en Tuxpan, hubo un pedacito de alboroto en la carretera que lleva pa’ la comunidad de Juana Moza. ¡A huevo, en ese trajinar pasó algo que ni los peces del Golfo de México se lo esperaban!

Resulta que un compa, un tal Felipe G.V., trabajador de la construcción y vecino de Juana Moza, se puso a darle gasolina a su moto itálika tipo 250z, toda roja y negra, sin placas de circulación pa’ que no la descubrieran los polis. ¡Pero qué creen, compitas!, este Felipe perdió el control de su nave en plena colonia Arboleda, y ¡zaz!, se fue al suelo más rápido que un taco de carnitas en una fiesta.

¡Pero no se pongan en modo tristeza, mi gente!, que la Cruz Roja, como los héroes de las películas, llegaron en chinga al rescate. Los paramédicos se lanzaron como chachalacas en pos del herido y le dieron su chequeo a Felipe en el mismo lugar del relajo. Como si fueran doctores con capa y todo, decidieron mandar al herido derechito a la clínica del Seguro Social para que le dieran más curitas y sobadas.

Dicen las autoridades que el Felipe este, de 29 añitos, quedó más sano que una ensalada de nopales después del tratamiento en la clínica. Pero, ay compadres, el pedo no acaba ahí, porque los polis y hasta los de la Marina se aventaron al lugar pa’ investigar el desmadre. Pero ¡aguas!, la moto de Felipe ya estaba en la casa de algún guasón, ¡y así no se puede armar el rompecabezas, güey!

Pero no se preocupen, porque los polis están como detectives buscando las pistas pa’ saber qué rayos pasó. Y mientras tanto, andan recomendando a la raza que agarre la onda y respete las leyes de tránsito, porque no queremos más volcaduras que parezcan escenas de película de acción.

Así que ya saben, cuídense en la carretera, no vayan a terminar como la moto de Felipe, que anda más perdida que una aguja en un pajar. ¡Y arriba el ánimo, compitas!