¡Achís, achís! Noticias peligrosas están circulando por la colonia Rafael Hernández Ochoa, en el hermoso Tuxpan, Veracruz. Resulta que un individuo, vestidito con un pants negro y una playera azul llena de carros, se metió en un tremendo brete. ¡Ay, bendito!

Resulta que este señor, cuyo nombre está más escondido que una aguja en un pajar, fue pillado in fraganti intentando agarrar a dos chiquillos que jugaban en su patio. ¡Ni en las películas de suspenso te encuentras con estas cosas, compadre!

La cosa se puso más tensa que cuerda de guitarra cuando los niños empezaron a gritar como chivos en el matadero. La comunidad se armó hasta los dientes y agarraron al tipo este, que seguro no sabía en qué lío se había metido. Se armó la reta, y la gente estaba tan caliente como tamales en feria.

La cosa se puso al borde del linchamiento, ¡sí, sí! Pero llegó la Policía Municipal para ponerle freno a este circo. ¡Menos mal! Si no, hubiera sido peor que intentar explicarle la teoría de la relatividad a mi tía Chole. ¡Una catástrofe!

Después de todo el alboroto, la policía dijo que no había flagrancia del delito. O sea, no hubo pruebas suficientes para decir «¡Este es el ratero, compadre!» El sospechoso terminó en la cárcel por alterar el orden público. ¡Pero qué día, señoritas y señoritos!

Ahora, nadie sabe quién es este individuo misterioso ni por qué andaba de metiche con los niños. ¡Un verdadero enigma! Se esperan días de misterio y suspense en la colonia, porque las autoridades van a investigar más a fondo. ¡Ándele, ándele, que esto parece sacado de una película de miedo!

En fin, vecinos de Tuxpan, a cuidar a los chiquillos y a estar alertas, que el mundo está más revuelto que caldo de camaroncito. ¡Achís, achís!