¡Chanfle! ¡Agárrense los cinturones, amiguitos, porque les traigo un chismecito de los que hacen ruido! Resulta que en pleno corazón de la ciudad, en la esquina de la calle Arteaga con la Prolongación Zapata, se armó tremendo taco vehicular que dejó a uno más golpeado que película de lucha libre.

El protagonista de esta historia, Víctor Manuel Martínez Cruz, un chavo de 28 años, vecino de la calle Nicolás Bravo número 41, allá por la colonia Anáhuac, iba paseando felizmente en su nave, un Vento negrito con detalles naranjas, que ni las placas se querían asomar, ¡como si fueran artistas en huelga!

Pero, ¡aguas! Don Víctor quiso hacer una maniobra más enredada que explicarle a mi tía Eulalia cómo funciona un teléfono inteligente. Y en ese intento de hazaña, ¡zas! Se encontró de frente con un Chirrey tipo Tiggo, blanco como mi abuelita cuando le decían que ya no había más chocolate.

El conductor del Tiggo, el señorito José Abraham Vizcarra Reyes, de 67 añitos y residente de la Calle Heroica Veracruz número 39, también en la Colonia Centro, tuvo que ponerse el cinturón de seguridad más fuerte que el amor de una abuela, porque ¡pum! Chocaron de frente, ¡sí señor!

Pero eso no es todo, mi buen. Don Víctor, el de la nave negra, terminó más zarandeado que un trompo en manos de un niño con mucha energía. ¡Ay, bendito! Lo tuvieron que atender los paramédicos de la Cruz Roja en plena calle. Después de unos cuantos checazos, decidieron llevárselo al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), ¡a ver si ahí le sacaban la lotería de la salud!

Las autoridades, con sus lentes y carpetas, están investigando más que un detective en película de misterio, tratando de entender cómo rayos pasó todo esto. Y eso sí, nos dejan bien claro: «¡Oigan, raza, respeten las leyes de tránsito y manejen con más cuidado que un bebé con una paleta de caramelo para evitar estos dramas urbanos!» ¡Así que ya saben, chavos, a cuidarse en las calles como si fueran a bailar con la suegra en una fiesta de quinceañera! ¡Ajúa!