Chisme
¡Ay, mi Tuxpan querido, qué cosas nos toca ver! Resulta que en una gasolinera en construcción, ubicada por allá en la avenida 15 de septiembre, pasó algo que ni el mismísimo Volador de Papantla se hubiera imaginado. Resulta que un trabajador, el señor José Concepción, se aventó un clavado desde unos ocho metros de altura, ¡sí, como lo oyes!
Entonces, ahí va todo el equipo de Protección Civil, con sus chalecos y sus linternitas, y al llegar al lugar se dan cuenta de que las obras de mantenimiento no estaban siguiendo las reglas del juego. ¡Zas, suspendieron todo! Y no es que fueran obras de teatro, ¡era una gasolinera en construcción!
Resulta que la inspección que hicieron reveló que la empresa encargada estaba haciendo todo al revés. No cumplían con las normas de seguridad, ¿sabes? Esas normas que nadie lee, pero que son importantes. Y ahora, ¡pum! A la empresa le dieron un jalón de orejas y le dijeron: «Oye, regularízate, ¿no ves que estás haciendo las cosas al estilo de Balderas?»
Resulta que la empresa, cuyo nombre es más secreto que la fórmula de la Coca-Cola, estaba violando unas normas raras, la NOM-009-STPS-2011 y la NOM-017-STPS-2001. ¡Menuda sopa de letras! Pero básicamente, eran normas para que los trabajadores no se caigan desde alturas peligrosas y para que usen su equipo de protección personal, ¡ni que fueran superhéroes!
Además, descubrieron que a los trabajadores les faltaba la cobertura del IMSS, o sea, el seguro social. ¡Ah, qué cosas! Y el pobre José Concepción terminó en el Hospital Emilio Alcázar en vez de ir al IMSS. Se ve que hasta en las desgracias nos salen con un chiste.
Para que la gasolinera retome su construcción, la empresa tiene que ponerse las pilas. Deben informar a la autoridad, en este caso, el jefe de la Dirección de Protección Civil Municipal. Y, claro, cumplir con todas esas normas y reglamentos para que los trabajadores estén seguros y no se aventuren a hacer clavados sin red. ¡Viva Tuxpan y sus historias tan alocadas!