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Chisme

¡Ahí les va, compitas! ¡Agárrense de la silla porque les tengo una historia que parece más enredada que una madeja de lana en manos de un gato distraído!

Resulta que en Tuxpan, Veracruz, en la famosa autopista México-Tuxpan, ¡sí, la misma donde hasta las piedras tienen prisa!, pues ahí mismo, a la altura de la calle Maximino Guzmán, pasó un relajo de aquellos.

Resulta que un chamaco de 17 abriles, conocido como Carlos N., vecino de la colonia Rafael Murillo Vidal en Santiago de la peña -no vaiga uste a creer que por la Ochoa-, se aventó un paseíto en su motocicleta Italika ft150 roja y negra. Pero, ¡aguas!, que el joven se descontroló como trompo en bajada debido a que le puso demasiado gas al pedal, o bueno, al manubrio. ¡Pum! Se cayó, se rasguñó, se magulló, se desparramó por la carretera como si estuviera bailando salsa en patines.

Ahora viene lo más chistoso, y no sé si reír o llorar. Los paramédicos de la Cruz Roja Mexicana, esos ángeles de la salud que siempre llegan volando en su ambulancia, llegaron para ayudar al chavito herido. Pero, ¡sorpresa!, los familiares de Carlitos se pusieron más tercos que burro en ladrillar y no dejaron ni que los paramédicos le vieran la carita al chaval.

La cosa se puso más enredada que los cables de los audífonos en el fondo de la mochila. Los parientes, más cerrados que la cartera de un tacaño en rebajas, dijeron: «Ni madres, lo llevamos a la casa, aquí no queremos hospitales ni nada». ¡Imagínense! Los de la Cruz Roja les rogaban, les suplicaban, ¡les rezaban!, para que dejaran al muchacho ir al hospital, pero no hubo manera.

Y como cereza en el pastel, llegaron los polis de la Municipal para ver qué onda con el desmadre. Pero ahí está lo más bueno: la moto ya estaba fuera de la jugada, escondida más rápido que una rata en la oscuridad. ¡Se la llevaron antes que los polis llegaran, compas!

Ahora todos están más intrigados que viejita en telenovela. El Carlos ese sigue con sus raspones, y las autoridades están más preocupadas que maestra en examen sorpresa. No sé qué va a pasar, pero lo que sí sé es que esta historia está más liada que estambre de abuelita tejedora. ¡A huevo! ¡Así es la vida, compadres!

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